80 años de recuerdos
El pasado 14 de Julio, la Hermana Marcelina Rodriguez de Acuña cumplió 80 años de vida y el cuerpo de hermanas Dorcas la distinguió con una celebración, que se realizó luego de la clase habitual de los días lunes. A continuación transcribimos el texto que leyeron, un video y algunas fotos del evento.
Texto leído durante la celebración.
Hoy hablaremos de una gran mujer, que día a día, marcó en nuestro camino una huella digna de imitar. Su trayectoria y devoción en las cosas del Señor, demuestran una fidelidad intachable.
Ella nació un 14 de Julio de 1939, hija de Máximo Rodriguez y Estefanía Olcoz, sexta hija de siete hermanos. A los 17 años se casó con José Alberto Doracio, el 20 de septiembre de 1956 y fruto de ese amor, nacieron dos bellas hijas: Stella Maris y Marta Alicia.
En 1972, conoció al Señor, su acercamiento fue debido a la enfermedad de su padre, caminó 2 años y luego se apartó. Hasta que en el año 1976, frente en otra situación imposible, llegó a nuestra querida Iglesia para nunca más apartarse.
En el año 1980 se incorporó a nuestro maravilloso grupo de Hermanas Dorcas, al cual pertenece hasta el día de la fecha y prosigue con ahínco y dedicación como el primer día. Pasó el tiempo y en el año 1982 lamentablemente quedo viuda, causal penoso que no le impidió servir a Dios, sino todo lo contrario: dedicó todo su tiempo para el servicio a Dios.
En la primer convención en el local de Calzada, fue nuestra cocinera frente a nuestra hermana bien recordada Sara Loto, y a partir de allí fue la cocinera número uno de nuestra Iglesia. En cada convención y evento, pudimos probar sus riquísimos platos y sabores, sus panes caseros, sus fideos y demás manjares. Siempre en cada oportunidad, estuvo junto a ella su compañera inseparable: María Ester Zambianchi. Hoy en ese trabajo han quedado sus frutos: sus hijas y otras hermanas como Ramona Sanchez.
En 1987 se casó con nuestro querido hermano Albertito, que hasta la fecha son la pareja perfecta que todos anhelamos ser. Allá por el año 1990, se convirtieron en los primeros guarda templos de la iglesia, donde mostraron eficacia y un servicio difícil de igualar. Bajo esa función, hermoseó el fondo de la Iglesia con un hermoso jardín de flores con más de 90 elementos entre plantas, flores y árboles.
Los hermanos que trabajaban en la construcción de la casa de Dios siempre destacaron sus cafés batidos y ella sabía el punto perfecto de como le gustaba el café a nuestro querido y recordado Pastor Luis Andaur.
Tendríamos muchas razones más para alabar y destacar a esta gran mujer, que a través de su silenció, de cada oración o en cada consejo, podemos encontrar cualidades de la mujer virtuosa de Proverbios 31. Fiel, destacada, compañera de milicia, su nombre es nada más y nada menos que Marcelina Rodriguez, conocida por todos, simplemente como Marcela.