Las maravillas de Dios
Cuatrocientos treinta años estuvo el pueblo de Israel cautivo en Egipto. Durante este tiempo, muchas fueron las penurias y las injusticias que sufrieron por causa de los egipcios y el faraón. El libro de Éxodo comienza describiendo como el pueblo de Dios era sometido por parte de los egipcios siendo obligados a realizar los trabajos mas desgastantes como la construcción de ladrillos, labores del campo y el servicio en general, a los que eran sometidos con rigor.
Pero las penurias no terminaban ahí, sino que, temiendo el Faraón que el pueblo se multiplique, mando a matar a todos los niños recién nacidos que sean varones, preservando a las mujeres; primero a través de las parteras, pero luego, al estas no obedecer, arrojando directamente a los niños al río.
Jehová no era ajeno a la realidad que su pueblo vivía y por ello, a través de la historia de Moisés, la biblia cuenta como el pueblo de Dios escapó de los egipcios. Se trató de un proceso largo, con muchas barreras por superar; tanto externas como internas, pero Dios liberto a su pueblo.
1Cuando salió Israel de Egipto,
Salmos 114
La casa de Jacob del pueblo extranjero,
2Judá vino a ser su santuario,
E Israel su señorío.
3El mar lo vio, y huyó;
El Jordán se volvió atrás.
4Los montes saltaron como carneros,
Los collados como corderitos.
5¿Qué tuviste, oh mar, que huiste?
¿Y tú, oh Jordán, que te volviste atrás?
6Oh montes, ¿por qué saltasteis como carneros,
Y vosotros, collados, como corderitos?
7A la presencia de Jehová tiembla la tierra,
A la presencia del Dios de Jacob,
8El cual cambió la peña en estanque de aguas,
Y en fuente de aguas la roca.
El profeta David dedicó uno de sus salmos a las maravillas que Jehová realizó a su pueblo, magnificando el poder de Dios al punto de que la tierra tiembla ante la sola presencia de Dios.
Hoy en día, la esclavitud y las aberraciones que el pueblo de Dios sufrió en Egipto ya no son comunes pero aún así, los hijos de Dios también atraviesan otro tipo de problemas que prueban su fe en Dios. Las situaciones son diversas y distintas; no importa si se trata de un creyente dando los primeros pasos de su juventud o de uno experimentado con avanzada edad. Los problemas y las pruebas están presente en las vida de ellos por igual.
En el momento de la angustia los hombres de Dios pueden flaquear y verse sobrepasados por los problemas que llegan a su vida. Les sucedió también al pueblo de Israel, que teniendo frente de si el Mar Rojo y a sus espaldas al ejercito del Faraón, comenzaron a quejarse y a preguntarse si no era un mejor plan servir (y morir) en Egipto que perecer en el desierto.
Los creyentes no son ajenos a esas situaciones. A veces, en el medio de la angustia, pueden sentir la necesidad de preguntarse si Dios es real; si Dios vela por ellos y tantas otras preguntas que atentan contra la fe verdadera. Dios estuvo en el desierto con el pueblo de Israel y no sólo abrió las aguas para que su pueblo cruce el Mar, sino que también utilizó esas mismas aguas para aplastar faraón y sus tropas y para que todos los egipcios conozcan que el era Jehová.
De igual manera, Dios permanece hoy con su pueblo. Las dificultades han cambiado; probablemente los problemas que sus hijos atraviesan hoy disten mucho de los que su pueblo sufrió hace miles años atrás; pero hay algo que permanece inmutable y que iguala ambas situaciones: Dios libra a su pueblo de igual manera.
No importa si se trata de un varón de Dios queriendo cruzar el mar rojo para escapar del faraón o si por el contrario es un creyente afligido por una enfermedad: así como Dios libró a su pueblo del faraón, haciendo retroceder las aguas, también Dios librará a sus hijos de cualquier enfermedad. Muchas veces los creyentes pueden desesperar al no encontrar salida a la realidad que están atravesando; pero acaso, ¿que salida encontraba el pueblo de Israel cuando miraba a sus espaldas y sólo veía tropas egipcias o bien cuando volteaba y frente a el estaba el Mar Rojo? Dios con su inconmensurable poder, creo una salida donde no la había.
Lo que eran aguas imposible de atravesar, se transformaron en tierra seca por la cual caminar. De igual forma Dios puede actuar hoy en la vida de sus hijos, haciendo maravillas y milagros que sobrepasen cualquier solución humana. Sus hijos deben permanecer confiados en que así como el Dios de Israel libro a su pueblo de la calamidad, también librará hoy a sus hijos que permanecen fieles en el evangelio de su palabra.
Hoy en día muchas son las tribulaciones que sus hijos pueden afrontar: enfermedades físicas, espirituales, problemas económicos, falta de trabajo o del sustento diario, relaciones familiares rotas, falta del deseo de vivir; y esas sólo son algunas categorías por mencionar. Pero de todas ellas, Dios librará a sus hijos. No importa la complejidad de la que se trate, así como un varón israelita vio las aguas del Mar Rojo abrirse para darle paso, también hoy los creyentes pueden ver una nueva maravilla de Dios suceder en sus vidas.
Imagen de portada de Jonatan Lewczuk en Unsplash