Segundo día: nuestro ADN espiritual
El segundo día de la Convención Nacional de Jóvenes de la Misión Iglesia de Dios Pentecostal estuvo marcado por una profunda reflexión sobre el tema del ADN espiritual. A través de la lectura en 1 Reyes 13:1-26, se exploraron las lecciones de obediencia y confianza en la voluntad de Dios. El mensaje central destacaba cómo Dios nos guía hacia la bendición, pero a menudo nos encontramos luchando contra su dirección, como lo demostró la historia del joven profeta. Se compararon las vidas de Sansón y Jabes, ambos nacidos de mujeres estériles, pero cuyas elecciones tuvieron resultados radicalmente diferentes. Mientras Sansón sucumbió a sus propios deseos y terminó en desgracia, Jabes buscó la bendición de Dios y experimentó su favor.Además, se contrastaron las historias de Salomón y Samuel, destacando las consecuencias de sus elecciones. Mientras Salomón, a pesar de su sabiduría, se dejó llevar por sus deseos carnales, Samuel permaneció íntegro y fiel a Dios. Estas narrativas sirvieron como recordatorio de que, aunque Dios tiene un plan perfecto para nuestras vidas, nuestras decisiones juegan un papel crucial en su cumplimiento.
Por la noche, se dio inicio a la reunión de la noche del viernes 29/03 con la coordinación de Abigail Cuevas de la iglesia de Centenario, donde juntos entonaron el himno «Honra y Gloria al Padre Eterno». Abigail compartió palabras de ánimo, recordándonos que, a pesar de cualquier adversidad, encontramos nuestra verdadera victoria en Dios. La noche continuó con momentos de alabanza y adoración, donde distintas delegaciones recordaron, a través de sus cantos, la victoria que tenemos en Cristo. Federico Ferreira de la iglesia de Centenario nos impartió la palabra del Señor, basada en Hebreos 4:14-16. Con un mensaje conmovedor, nos instó a mantener nuestra fe y confianza en Dios, recordándonos que Él se compadece de nosotros y que, a pesar de las pruebas, tenemos un Salvador que ha vencido al mundo.La enseñanza de la noche nos recordó que, incluso en medio de las dificultades, podemos acercarnos confiadamente al trono de gracia de nuestro Señor para recibir el socorro oportuno. Con la certeza de que Dios nos toma de su mano derecha y nos asegura: «No temas, yo te ayudaré», nos despedimos de este día llenos de renovada fe y esperanza en nuestro Salvador.